martes, 30 de abril de 2013

Después de la tragedia: Efectos psicológicos de una situación traumática.


18 de Abril-
      No han pasado aún dos semanas de la tragedia que estremeció a los platenses, la ciudad parece retomar ritmos de vida habituales, pero en muchos hay una sensación que, “nosotros, los de entonces, ya no seremos los mismos”.
      No es casual que dentro de la ayuda humanitaria también profesionales de la salud mental, psicólogos y psiquiatras salieron a trabajar con los afectados.
      ¿Qué pasa, qué nos pasa el día después, los días y meses siguientes después de una tragedia? Según los especialistas la reacción a una situación dura e inusual depende mucho de la sensibilidad de las personas afectadas y de sus recursos para afrontar traumas. Por un lado, determinado por características genéticas de cada uno, pero también influye la personalidad y la situación de vida concreta que está atravesando, si ha sufrido o no otros traumas en el pasado o en su núcleo familiar y social que pueda apoyarla. Algunos especialistas de DM Medicina aclaran que los síntomas de un estrés postraumático suelen ser más frecuentes en personas jóvenes y en individuos socialmente aislados.
      Miedo, alteración, tristeza, son y fueron sentimientos que afloraron en los platenses desde el martes 2 de Abril, expresiones lógicas ante tanto dolor. No estábamos, no estamos preparados para una catástrofe natural. Ahora, es tiempo de mirarnos, porque el costo es mucho más alto que el material.
       En algunos países existen instructivos de Ministerios de Salud de los efectos psicológicos de una tragedia, cómo abordarlos y a quién recurrir, también tienen servicios telefónicos gratuitos de escucha y contención luego de una catástrofe natural.
      ¿Qué debemos observar en las personas afectadas luego de lo sucedido? Es normal tener miedo cuando se está en peligro, pero si el miedo o alteración perdura durante semanas o meses es importante consultar con un médico, podemos encontrarnos ante síntomas del trastorno de estrés postraumático.
       Luego de situaciones traumáticas pueden aparecer síntomas que afectan a la persona y su entorno. ¿Cuáles son los síntomas manifiestos luego de la tragedia? Pesadillas, sensación que el acontecimiento vuelve a ocurrir, pensamientos aterradores que no puede controlar, ansiedad extrema en contacto con otras personas, incapacidad de recordar detalles importantes del hecho, perder el interés por cuestiones recreativas o placenteras, incapacidad de concentrarse, alejamiento de lugares y cosas que le recuerdan lo que sucedió, sensación de preocupación, culpa o tristeza, sensación de soledad, problemas para dormir, sensación de estar al límite, arrebatos de furia, pensamientos de hacerse daño o hacer daño a otros.
       En los niños se puede manifestar con comportamientos similares al de niños menores a su edad, imposibilidad de hablar, quejarse de problemas estomacales o dolor de cabeza, negarse a ir a determinados lugares o a jugar con amigos.
       Los síntomas del estrés postraumático pueden aparecer inmediatamente después de la experiencia o pueden pasar meses, incluso años hasta manifestarse. Este desencadenante en la persona impide que pueda retomar su vida normal tanto en lo familiar como en lo laboral.
       Los profesionales del Instituto Nacional de la Salud (NIH) recomiendan tratamiento si las consecuencias traumáticas persisten en el tiempo y pedir ayuda a tiempo.

Todo está guardado en la memoria

 12 de abril


          Hoy, los docentes nos pusimos el delantal para recibir a nuestros peques, a nuestros pibes, nuestros chicos… Para poder dar lugar a la palabra, esa palabra que en este momento es tan difícil encontrar, para adultos y niños; esa palabra que busca un nombre a todo lo que vivimos, vimos, sentimos y escuchamos.

           Unos minutos antes de abrir las puertas los docentes estábamos allí, emocionados, conmovidos por el reencuentro, después de 12 días de lo que se suponía iba a ser un fin de semana largo.

           Después de la inundación tratamos y pusimos todos los medios para estar en contacto, entre personal docente, no docente y alumnos, y saber cómo estábamos y quién necesitaba una mano para ir a dársela.

          Sabíamos que hoy no iba a ser un día fácil, y nos encontramos con nuestros niños sin poder evitar las lágrimas en los ojos, los abrazos fuertes, la tristeza, nos encontramos con el consuelo que supimos ser un equipo, que nos habíamos conectado y ayudado entre todos.

           Hoy, era el tiempo de escucharlos, era el tiempo de darles un lugar a ellos, y así armamos rondas en las aulas, espacios para no abrir carpetas y poner nuestros oídos al servicio de ellos. El equipo directivo, junto al equipo de gabinete, nos y los contuvo, y trabajó en detectar las necesidades más urgentes de nuestros alumnos.

          Nosotros compartimos con ellos el diálogo, la Facultad de Psicología y el Colegio de Psicología de La Plata nos acompañó con el objetivo de aliviar y prevenir las secuelas de la catástrofe orientadas a la prevención. Ellos pasaron las más diversas situaciones, hay niños que perdieron familiares, hay niños que fueron rescatados con el agua a la altura del hombro, niños que perdieron todo, niños que vieron personas fallecidas y niños que no fueron damnificados. Y todos fueron hoy escuchados. Compartimos lo vivido.

           Los profesionales planificaron actividades en las que invitaban a los niños a dibujar en grupo sobre los aspectos de la inundación.

         Y nos sorprendió ver como lo que más se escuchaba en casi todos, a pesar de lo trágico, era la ayuda de la gente, de los vecinos, los niños de esto resaltaron la solidaridad, la ayuda desinteresada. Los dibujos dicen mucho. ¡ Y cuántas cosas podríamos escribir sobre las sensaciones y vivencias de hoy!

          Pero un dibujo creo resumió muchas de esas palabras. Un ojo, que llora lágrimas y sangre. No hay nada más en el afiche y una leyenda que dice “en memoria de los que murieron el 2 de abril de 2013”. Los chicos que lo hicieron dijeron que era un homenaje a esos que perdieron la vida o perdieron todo.

         Esa imagen, resume seguramente, mucho de lo que sentimos. Pensamos que el dolor que hoy nos une como Comunidad Educativa debe fortalecernos para ayudarnos para ir para adelante.
         Aprendamos de nuestros niños, que en su ojo dibujado, resumieron la tragedia en: dolor, abandono, sufrimiento pero atravesado por solidaridad. Sigamos sumando manos, voces y oídos para una solidaridad no perecedera.

Crónicas de la tragedia: todo está guardado en la memoria

9 de abril-
           Uno de los efectos psicológicos posteriores a una catástrofe es la imposibilidad de encontrar un orden en las ideas, en la cotidianeidad. El día de la tormenta, fui ajena a la realidad, no me inundé y hasta la madrugada no me enteré ya que no tenía luz, ni agua, desde temprano. La gravedad llegó a mis oídos por familiares que me llamaban de fuera de la provincia, desesperados para saber cómo estaba, pero como movistar no funcionaba, sólo uno logró la comunicación. Para muchos este era su único medio de comunicación.
          El día miércoles por la mañana, hubo gente que fue a trabajar, no se había enterado de la gravedad. Las primeras huellas del agua que vi en las paredes superaban el metro sesenta, más de lo que mido. Fui a dar una mano a un amigo que perdió todo, por la zona de 25 y 36 y en una de esas esquinas habían fallecido cinco personas. Fue el rumor de la mañana “parece que hay algunos muertos”. Pero las crónicas de los que vivieron la tormenta comenzaron a circular y muchos de ellos habían visto como mínimo un muerto.
         La cantidad de relatos en las más diversas zonas, Villa Elvira, Berisso, La Loma, Tolosa, San Carlos…. Hace imposible que estén hablando de los mismos muertos, y la suma más simple no da cincuenta. La tragedia hizo que los que estaban afectados o los que decidimos estar del lado de los que menos tienen y fueron azotados por la inundación, no nos permitió salir a responder tantas barbaridades que se dijeron oficialmente. Porque mientras los gobernantes estaban preocupados porque todo empiece a parecer normal, y no declararon asueto jueves, ni viernes, y no declararon la emergencia sanitaria; nosotros, el pueblo, estuvimos ocupados en ayudar…
          Como ustedes estaban ocupados en ocultar su ineficiencia durante la inundación y posterior a ella, los que no teníamos intereses políticos detrás de esto, gastamos toda nuestra fuerza (y el mayor desgaste fue la falta de organización) en recorrer de una punta a la otra la ciudad para llegar a familias que nos enterábamos no les había llegado nada. Y entonces con autos prestados íbamos desde Berisso, a San Carlos, a Los Hornos, a Altos, a Villa Elvira, Puentes. Como ustedes estaban ocupados tratando de mantener cada día la mentira de los 50 muertos, mientras escuchábamos relatos y veíamos ratas, seguíamos ayudando y tratando de entender por qué tanto abandono e inoperancia.
¡Cómo se nos hubiese simplificado la tarea si alguna autoridad hubiese tomado un mapita!, y sentado en un sillón, sin necesidad de moverse mucho, hubiese recibido a todos los que quisimos ayudar, agrupaciones, o pueblo sin representación de una institución. Algo así como Manzaneros, y entonces podríamos haber llegado a cada familia más humanamente, censando la situación de cada vecino, y no llegando e informando como podíamos.
          Es verdad que llegaron muchos camiones y en algunos lugares había mucho, pero mucho. Podría destacar cosas muy negativas que vi y muy tristes, como un cura el padre Henry, que le pedíamos un poco de alimentos para un grupo de seis familias que nos esperaban. Ya oscurecía, habíamos ido a la zona de 139 y 15 en Berisso, donde abundan las casillas de chapa y madera pero no nos había alcanzado ante tanta necesidad. Les prometimos volver, pero ya no teníamos alimentos, ese día estábamos con gente del Movimiento de Estudiantes Peruanos, y justamente el padre es peruano. Mientras le contábamos la situación descargaban ante nuestros ojos un camión de mercadería proveniente del Banco de Alimentos, donde había hasta gomitas, alfajores, desodorante, enjuague para ropa, además de todo lo necesario para la emergencia.
           Pero cuando le dijimos que estábamos tratando de llegar a las familias que no recibieron e íbamos personalmente a llevarlo nos dijo que “todos venían con el mismo cuentito”. Le dije “Padre está oscureciendo, prometimos volver, tienen hambre y frio” A lo que respondió “No me vengas con el cuentito del frío porque yo tuve el agua hasta la rodilla, me tengo que ir a celebrar misa” y se fue. Quedamos parados unos segundos mirando como descargaban ante nuestros ojos el camión para cerrar el depósito hasta el día siguiente.
          Nos dijo que vayamos al Banco de Alimentos, en el Predio de vialidad la provincia de Buenos Aires, ahí en Berisso, son quienes concentraban las donaciones que venían de muchas empresas importantes. Nos atendió una mujer, que por cómo nos atendió sospeché que era alguna representante de Caritas y así era. La bronca no solo era la negación de lo que ahí veíamos abundaba, estábamos pidiendo para seis familias ese día (y esto era el depósito más grande, de todos lo que vi estos días), sino el trato. ¿Cómo le explicábamos a esa mujer que insistía que le digamos de qué zona éramos, que éramos de las más diversas zonas, y que los que estábamos trabajando no éramos afectados?
          Llegaba la noche, y daba tristeza no poder conseguir, viendo tan cerquita tanto. Unas chicas de la organización del Banco que pertenecían a “Un techo para mi país” en medio de esta situación charlaron con nosotros y nos ayudaron a poder retirar de un centro próximo. Entendieron rápidamente que no éramos un grupo con un nombre institucional, sino jóvenes de distintos sectores trabajando. En ese momento de tanta impotencia el trato, la gestión, la inteligencia práctica, y la caridad de estas chicas fue una caricia al alma. (Gracias)
          También me dio aliento ver el informe de un padre de Villa Elvira, quien denuncia públicamente que solo en su zona hay cincuenta muertos. Me gustó ver muchos autos nuevos perdidos en las zonas más afectadas de la periferia, cargados con cosas, esa gente particular no le tuvo miedo a lo que medios decían de “zonas impenetrables”. Y si, era lógico, había que generar miedo a entrar, porque si uno entra es imposible creer que hay cincuenta muertos y es confuso también la necesidad de ahora con la desprotección y el abandono de siempre.
          Me gustó trabajar con grupos de militancia que no tenían otra camiseta que la del pueblo y trabajamos codo a codo, sin mayor distinción en el trabajo de “el que necesita” y “el que viene a dar una mano”. No puedo evitar contar la grandeza de gente de Barrios de Pie, que había perdido todo, en su casilla, y el día viernes aun no tenía dónde dormir y no quería llevarse un colchón de los que se habían conseguido “porque había gente que necesitaba más” y estaba trabajando para otros.
          Solo ideas sueltas, de una tragedia sin precedentes en la ciudad de La Plata, pocas ideas claras tengo aún de lo visto y vivido. La primera idea que se me viene a la cabeza es que teniendo que volver a nuestras actividades laborales, no vuelvan a ser ellos, una vez más, los desprotegidos y postergados de siempre, y después cuando se da el estallido social son los violentos.
          Lo segundo es que la humanidad, la caridad, la solidaridad no debe, no puede tener banderas políticas ni religiosas. En este momento habría que ser sumamente respetuosos de la situación y les debería dar vergüenza usarlo públicamente como lo están haciendo como rédito para algunos.
Y lo tercero, no perdamos de vista que demostramos tener fuerza como pueblo, que no decaiga. Hay que seguir trabajando.